Lava bien los limones y sécalos. Quítales la piel evitando cualquier resto de albedo (esa piel blanca entre la cáscara y la pulpa). En un bote hermético mete todas las cáscaras de los limones junto al alcohol. Tapa bien el bote y guárdalo durante unos 10 días.

Al pasar el tiempo previsto veremos que el alcohol está completamente amarillo y que las cáscaras se han puesto de un amarillo muy claro.

En una pequeña olla echa el azúcar y el agua y retíralo al observar el primer hervor. Déjalo enfriar un poco y mézclalo con el alcohol de limón.

Ya es momento de embotellarlo y ponerlo bien frío para disfrutarlo tras una buena comida.